«No os caséis» es el nuevo título de un guión que escribimos a seis manos a principios de 2010 entre mi hermana Aglaia, Cristóbal Garrido (que recientemente ha estrenado «Promoción Fantasma», co-escrita con Adolfo Valor) y yo.
Por cierto que si no habéis visto 'Promoción Fantasma' aún, no sé a qué estáis esperando.
Se trataba del desarrollo de una idea que surgió durante un largo viaje de coche con mi hermana en el que planteamos darle la vuelta a la idea de ‘salir del armario’.
¿Qué pasaría si un célebre gay, activista, concienciado, un pilar de su comunidad e hijo de una diva de la Movida Madrileña, entrara en el armario a pocos días de su esperada boda? Nuestra sociedad ha avanzado mucho desde «In&Out», que se estrenó en el ’97 y nos parecía que hoy en día podía ser casi tan traumática esta situación como era entonces para Kevin Kline el replantearse su sexualidad.
El asunto era más peliagudo de lo que parece y gran parte de los primeros bandazos en el desarrollo de la idea los dimos buscando el tono adecuado.
La primera versión del guión, titulado «Tú arriba y yo encima» tuvo que estar lista muy rápido, ya que recibimos una ayuda de desarrollo que nos obligó a presentarlo en algo más de un mes a partir de la concesión.
Además coincidió con el festival de Sundance en el que participaba con ‘Cómo conocí a tu padre’, por lo que pasé gran parte de aquella semana escribiendo cada vez que encontraba un hueco.
La primera versión fue un Frankenstein absoluto; rehíce el tratamiento que habíamos presentado, lo corté en seis cachos y cada uno de nosotros desarrolló dos por su cuenta: «Park City-Valencia-Madrid» era el título alternativo de este post.
A pocos días de la entrega me enviaron sus partes, que repasé y cosí cuidadosamente, tapando los agujeros más gordos y unificando, en la medida de lo posible, el estilo. La verdad es que quedó mejor de lo que cabía esperar y lo presentamos.
Ese mismo año escribimos una segunda versión mucho más ajustada, que es la que empezamos a mover por las convocatorias de ayudas.
Resumiendo un largo periplo, obtuvimos la ayuda a producción del IVAC, pero no logramos completar la financiación necesaria para el proyecto.
La cuestión es que se trata de una película relativamente cara, con un presupuesto de un millón y medio de euros, y no es un proyecto que pueda abaratarse fácilmente: se trata de una comedia de boda, con muchos actores, muchas localizaciones reales y de gran tamaño, en situaciones de día y de noche, que hay que iluminar, etc…
Además, el primer acto transcurre en Madrid y el resto en un pequeño pueblecito encantador del norte, con lo que hay que sumar el traslado de gran parte del equipo, alojamientos, dietas, etc…
En este sentido sí que planteé a partir de cierto punto que la realización no fuera la típica de la comedia más clásica con luces suaves, trabajadas y tiros de cámara a la altura de los ojos, sino que tendiéramos a cosas más contemporáneas, en la línea semidocumental, tipo Larry David o The Office.
Ricky Gervais en plena acción.
Mi referente era, lo sigue siendo ahora, ‘La boda de Rachel’: una realización muy suelta, cercano al found footage, con una iluminación mínima basada o imitando la justificada por fuentes naturales, y dando a los actores cierto margen para moverse e incluso, dependiendo de la escena, improvisar.
'La boda de Rachel', que su director definió como el vídeo casero más caro jamás filmado.
Quiero reproducir en cierta medida la sensación de total inmersión que sentí al ver la película de Jonathan Demme, cuyo guión, obra de la hija de Lumet, podeis encontrar aqui.
Volviendo a ‘No os caséis’, en abril del año pasado el guión sufrió una reescritura completa: la nueva versión era sólida, la estructura funcionaba bien, el arco del personaje principal estaba claro e incluso asomaban, de manera subrepticia (que diría Martín Román) algunos temas. Tras terminarlo estaba exultante, pero casi subconscientemente ya sabía que había algunas cosas que aún no estaban listas, principalmente la definición de algunos personajes secundarios y sus subtramas.
La cuestión es que terminamos perdiendo la ayuda del IVAC, al pasarnos de plazo, y ahora mismo el proyecto se encuentra en el limbo. Aún así, hace pocos meses retomé la cuarta reescritura, que es de lo quería hablaros en un principio.
Empiezo poco a poco: le enseño el guión a algunos amigos y Borja Cobeaga confirma mis sospechas. El guión le gusta mucho, pero aún hay unos cuantos flecos que arreglar. Me recomienda usar cuestionarios para afinar los personajes secundarios. Me pasa ejemplos de su película ‘No controles‘, co-escrita con Diego San José.
Con preguntas sencillas como ‘¿Qué móvil lleva?’, ‘¿En qué se considera malo?’ o ‘¿En qué es realmente malo?’, se consigue, jugando casi, crear en tu cabeza una imagen muy precisa del personaje y de cómo reaccionará ante cada situación.
Los procesos de reescritura son pesados: enfrentarse de nuevo con la misma historia, replantearse y cambiar gran parte de lo ya hecho, exige disciplina y trabajo. En este caso no era una reescritura casi completa, como lo había sido la tercera. En aquella ocasión había partido de un nuevo tratamiento, que es el formato con el que me suelto mejor: al no ser un tecleador muy rápido y al saltarme los diálogos, los procesos de pensar y teclear se acompasan mejor.
Desde ese tratamiento me es relativamente fácil pasar al guión terminado, formateado y dialogado.
En el caso de esta cuarta reescritura la cosa ha sido bastante más complicada. Ahora se trata de cambiar totalmente algunas escenas, las menos, pero sobre todo de retocar escenas ya existentes.
Para ello imprimí el guion, lo leí y tomé notas, que listé en un documento de cosas a cambiar. Luego preparé una pizarra de corcho con las 21 secuencias de la película, para tenerlas en la cabeza.
Aquí hago un inciso: yo sigo la terminologia yanqui (y la del ICAA cuando habla de ‘tratamiento secuenciado’), que curiosamente llama a las cosas al revés de lo que lo hacen la mayoría de guionistas españoles.
Llamo escena a la unidad de guión que transcurre en un mismo tiempo y lugar, las que terminan limitadas por los encabezados del guión finalizado. Una secuencia es, por tanto, una o más escenas que forma una unidad narrativa mayor: la secuencia del rescate de Haddock en el Karaboudjan en ‘Las aventuras de Tintín’, por ejemplo.
El Corcho de las Secuencias.
En cada tarjeta, las líneas separadas por un salto de carro corresponden más o menos a una escena.
A partir de aquí relleno el cuestionario de los personajes que tengo menos claros, los que en ese momento están más estereotipados—
— y me quedo bloqueado.
Hay demasiadas cosas que aún no tengo claro cómo resolver, pero tampoco creo que me ayude ponerme a escribir un tratamiento completo. Necesito seguir clarificando cosas, desbrozando lo existente.
John August, uno de los mejores guionistas americanos, lleva además uno de los más completos blogs sobre escritura de guión y para una reescritura de este tipo recomienda aquí hacer una checklist de cosas a mejorar e ir volando sobre el guion retocando lo necesario para potenciar cada objetivo de la lista.
Éste es John August.
Aquí encontraréis todos las columnas de August referidas a su proceso de escritura.
Creo que August se refiere a una más avanzada de la que tengo por delante. En mi caso me ha ayudado mucho preparar un esquema de subtramas y escribir muy escuetamente cada una de ellas para tener claros sus beats o giros.
Una vez hecho esto, la cosa está funcionando bastante bien y espero tener la nueva versión lista en una semana, pero no es fácil de calcular, porque los problemas surgen donde menos lo esperas, lo que te lleva a hacer parones, a reposar las ideas, y a procrastinar en cosas como este blog.
En todo caso, si dentro de una semana no está listo, tendré que compaginar la reescritura con la preproducción de ‘Lucas’, ya que el corto tiene fecha límite y es antes de este verano.
Para cerrar, lo triste de todo esto es que, ahora mismo, el guión de ‘No os caséis’ es más potente y a la vez está más lejos de realizarse que nunca.
Ya os iré contando.